La Fitoterapia, o medicina herbal, es una medicina alternativa promovida por médicos, farmacéuticos, biólogos, antropólogos, etnobotánicos, etc.… que defiende el uso terapéutico de las plantas medicinales para prevenir o curar enfermedades y trastornos.

La OMS define a las plantas medicinales como: “plantas que, en uno o más de sus órganos, contienen sustancias que pueden ser utilizadas con fines terapéuticos”.

Cuando la Fitoterapia habla de plantas medicinales, hace referencia a aquellas cuyo cultivo y recolección se hace en tierra. Pero el mar, con toda su biodiversidad vegetal, también supone una gran fuente de plantas y algas potencialmente útiles para dichos propósitos.

La Farmacéutica se alinea con la Fitoterapia mediante la Farmacognosia, que estudia los componentes químicos de las plantas, sus órganos o sus partes, y sus propiedades farmacológicas.

Por ello, es habitual encontrar en cualquier farmacia una sección de parafarmacia con productos basados en plantas medicinales, junto a su correspondiente cuantificación precisa del extracto y el contenido estandarizado y declarado de sus principios activos.

Se trata de productos para aliviar o tratar cuestiones de salud, belleza o higiene, como: problemas digestivos, respiratorios, cardiovasculares, antiinflamatorios, hepatoprotectores, diuréticos, reguladores del colesterol, vasoprotectores, para la obesidad, para adelgazar, estrogénicos, para la ansiedad, el insomnio, antidepresivos, tranquilizantes, suplementos para mejorar las funciones cognitivas y suplementos minerales y vitamínicos, laxantes o productos emolientes, protectores y tónicos para la piel.

En formatos tan dispares como: cremas, geles, aceites esenciales, aceites puros, bálsamos, soluciones bebibles, jarabes, tés, preparados, combinados, gotas, cápsulas, en polvo e incluso a granel.

La producción, autorización, registro, distribución y dispensación de estos productos, así como la de medicamentos tradicionales basados en plantas, sí está bien regulada por la legislación alimentaria.

 

¿Cómo evoluciona la Fitoterapia?

 

El uso de plantas para prevenir o curar enfermedades y trastornos empezó en la prehistoria de manera accidental, con la ingesta de plantas tóxicas o para evitar/sanar picaduras de insectos.

Sus conocimientos pasaron a las sociedades posteriores, advertidas de las plantas que eran dañinas y aquellas que servían para curar, empezando a tomar conciencia de que la naturaleza es una fuente ingente de sustancias con propiedades curativas.

Hoy día, a pesar de que el consumo de plantas medicinales ha aumentado en todo el mundo, y es frecuente combinarlos con medicamentos convencionales, en España aún no existe una titulación oficial sobre plantas medicinales en la rama de la Sanidad y hay un escaso conocimiento de la Fitoterapia por parte de la mayoría de profesionales sanitarios titulados. Aunque sí se proporciona formación no oficial sobre terapias naturales.

 

Riesgos importantes a tener en cuenta

 

Muchas personas creen que todos los productos que emplean plantas son inofensivos cuando, en realidad, su efecto dependerá del contenido en principios activos que tenga. Principios activos que coinciden, en repetidas ocasiones, con los de la medicina convencional, que usa los mismos ingredientes primarios.

Como pasa con la medicación convencional, algunas plantas pueden provocar reacciones adversas, intoxicación, sobredosis o interacciones peligrosas para la salud.

Hay que tener en cuenta que, el consumo de plantas con fines terapéuticos es realmente un proceso de medicación y, consecuentemente, es importante que informemos a nuestro médico si hacemos uso de alguna de ellas.

Pero, de igual manera, también es necesario un control médico de todos los productos que provienen de plantas medicinales, como ya se hace con los medicamentos tradicionales.

Y, ante todo, tengamos mucha precaución al usar plantas con efectos farmacológicos activos. Antes de utilizar cualquier planta medicinal, asegurémonos de conocerla muy bien; muchas plantas pueden confundirse fácilmente y, un error, puede provocarnos problemas de salud muy graves e incluso irreversibles.

 

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